18 de octubre de 2008

Breve reflexión: ¿Teoría vs Práctica?. Cambiar la historia depende de nosotros. 2º Parte.

Marx dice:
"Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".
Freire tomó esas palabras, trató de hacer educación no por palabras, sino por acción. Me atrevo a usar la canción de Ricardo Arjona "Jesús es verbo no sustantivo", entonces, diríamos que la "educación debe ser verbo, no sustantivo".
En el transcurso de la vida cotidiana, el hombre se despersonaliza; la conciencia de su propia realidad se hace menos clara, entre las presiones laborales, económicas, políticas, una vida de consumismo. La educación pasa a ser un producto en vitrina, accesible a quien tiene los medios de comprarlo.
La educación para la clase popular, sería mas bien alienante. Busca capacitar, instruir, ve a las personas como entidades productoras, pero no busca formar personas, hombres con capacidad de plantearse interrogantes, de reflexionar, de criticar y capaces también de formular soluciones.
Paulo Freire logró crear una educación popular (del pueblo) y, a la vez, no popular, quizás ahora último se ha masificado en instancias de centros educativos - formativos, y debido, en gran parte, a la necesidad de transformar o mejorar al mundo, a la sociedad, a través de las personas: educadores y educandos, sujetos ambos, sujetos dentro de un sistema que amarra, domestica y no da mayores posibilidades.
Europa se presentó a sí misma como modelo a seguir y, al menos en Latinoamérica, las diferentes oligarquías de turno, adoptaron dicho modelo. Nuestros próceres educados la mayoría en Europa volvían a aplicar aquellos conocimientos avanzados, denigrando todo lo local, lo propio, por considerarlo atrasado, en el mejor de los casos, y hasta perjudicial o sin valor alguno, en el peor de los casos.
El caso de Sarmiento en Argentina, considerado como "el padre del aula", es un ejemplo notable, en tanto su premisa fundante en materia educativa se resume en la sentencia "civilización o barbarie", quedando más que claro que la civilización era lo que se adaptase al modelo europeo imperante, y la barbarie eran los pueblos originarios, era lo gaucho, lo criollo. En este sentido, es que la lógica de la totalidad pedagógica dominante es intrínsecamente violenta, en tanto en su pretensión de reproducción negó la diferencia y la singularidad de todo/a Otro/a que encontró a su paso.
Recordemos que enseñar exige saber escuchar, enseñar exige respeto por el saber de los otros, los educandos. Sólo escuchando al estudiante lo podremos conocer, y al conocerlo, podremos hablarle, y así la educación no será una transferencia de saberes sino más bien una no-domesticación que salve a las personas de la ignorancia.
Creo, como él dice, que estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas. "Nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo".
Lo que nos entrega Freire, es la educación que no sólo interpreta el mundo, también lo transforma, basada en la palabra verdadera, uniendo la teoría y la práctica, praxis, con un diálogo que se lleva a cabo amorosamente en comunión y libertad, con un pensamiento crítico, reflexivo, por medio del cual el hombre puede y debe cambiar su realidad, su mundo, dotándolo de su propio espíritu y siempre con la esperanza de un mundo mejor.
Una primera forma de lucha o acción debe comenzar por el reclamo de una verdadera Formación Docente, y por no aceptar más el entrenamiento técnico y científico como único camino de formación. Focalizar en la causa de los marginados y educar desde el respeto y la confianza. Defender la educación pública y popular. Enfatizar el diálogo, la construcción de espacios educativos donde el otro se sienta valorado y aceptado, para abrir espacios para la educación dialógica en la que la cooperación entre las personas se imponga por encima de las jerarquías y la competición.
Claramente, los postulados de Freire, su legado, siguen y seguirán vigentes. Todavía en nuestro país debemos luchar contra el desempleo, salarios poco dignos, la discriminación social, racial, laboral, de género, la inequidad educacional, la discriminación y violencia hacia la mujer y una falta de identidad como pueblo, que nos aliena. Son todas estas cosas las que nos vuelven una masa domesticable, a la que hay que entretener con promesas o campañas amarillistas. Paulo Freire nos convoca a estar atentos a esta situación, a ser miembros críticos de la sociedad.
La lectura de El grito Manso se erige como una llamada a rebelarnos contra una educación injusta, comercializada y elitista, fomentada por las políticas neoliberalistas de los gobiernos sudamericanos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy buena la informacion!! que bueno que compartan este tipo de informacion,porque es muy interesante!!!