19 de noviembre de 2008

El fracaso de la educación actual (1º parte).

La Escuela es el espacio donde los niños empiezan a conocer su entorno, a desarrollar habilidades sociales y es el principio de un largo camino a la vida de un ser adulto plenamente integrado en la Comunidad de la que es parte. Por lo cual ha de transmitir tanto unos conocimientos —alcanzados con esfuerzo en sucesivas generaciones- como unos valores éticos que formen personas que puedan vivir en esa Comunidad.
El modo educativo actual no ha alcanzado ninguno de estos fines. Se ha pretendido centrar la formación del alumno en el desarrollo de una serie de valores que tiempos anteriores se entendían como "urbanidad" y ahora se les denomina -siempre al calor de los nuevos tiempos- solidaridad, tolerancia, etc., cuestión que ha dejado de lado, en la práctica, la necesaria formación académica. Pero es que tampoco se ha conseguido realmente una formación superior de la persona; cada vez existe más individualismo y se exhibe más agresividad hacia otros alumnos o hacia el vecino de enfrente. Se constata cómo hay menos respeto y consideración tanto hacia los demás como hacia las pertenencias públicas y privadas.
Nos encontramos así con un alumnado perfectamente ignorante y analfabeto de cuestiones básicas y, a la vez, impecablemente imbuido de la jerga y la palabrería tendenciosa que tanto gusta a los ideólogos de lo "políticamente correcto". La contradicción entre lo que se dice y lo que muestran los hechos cotidianos pone los pelos de punta.
Esta "filosofía" educativa ha pretendido que el alumno sea un barco que encuentre su propio rumbo. Pero tan sólo ha conseguido dejar barcos a la deriva, creando más disconformidad y más desorientación.
¿Será verdad eso que dicen algunos que la escuela ha dejado de ser un espacio educativo para convertirse en un "espacio lúdico" para que los niños estén "entretenidos"?.

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