24 de noviembre de 2008

Opinión sobre la educación actual.

Creo que en todo este tiempo hemos venido escuchando distintos puntos de vista sobre el tema Educación. Y nos preguntamos...
¿Qué representa actualmente la Escuela como Institución?. ¿Cuál es el rol educador, qué jerarquía social se le establece?. ¿Por qué las últimas diez generaciones de educandos intentaron perpetuar una actitud infantil (desacorde con su edad evolutiva) frente a todo aquello que exija ineludibles gestos responsables?.
La familia, indiscutible primer bastión de enseñanza, cuna de educación matriz, base formacional del individuo, ¿dónde está?. ¿Cuándo dice "presente"?. ¿Cuáles son sus pretensiones a la hora de abordar el tema de la Educación de sus hijos?. ¿Cómo se articulan con el Establecimiento en el cual los "depositan"?. ¿Qué pretenden que les brinden sus educadores?.
Como docente, reconozco con profundo dolor, que nuestra labor se ha entorpecido hasta el extremo de suscitar un imperativo e innegable "terror" cuando se arriba a temas tales como "enseñar normas, fijar límites y establecer deberes". Una concepción inaceptable de igualitarismo vulneró con enfermiza desprolijidad la idea y el concepto de jerarquías, el respeto por ellas, del respeto por el otro, del respeto por sí mismos, del respeto por la vida y también, del respeto por la muerte.
Jóvenes adormecidos, abúlicos, anestesiados, indefinidos, encallados en la errónea y triste conclusión de un futuro sin promesas, sin premisas difíciles; desesperanzados y sin rumbo, fueron paridos por Escuelas durante la última década, consecuencia de la Ley Federal de Educación, de quienes todos opinan y ninguno -incluyo a los últimos Ministros de Educación provincial, responsables directos de que aún esté en vigencia, Mario Oporto, Adriana Puigrós... - derogó para erradicar estas dosis de ignorancia sobre las generaciones venideras. A estos jóvenes, les pertenecen las manos que regentearán el futuro de nuestro país, la salud de nuestros enfermos y nuestra propia vejez... Sacrificio y Esfuerzo son dos sustantivos que les fueron amputados, bajo la justificación de "no crear posibles traumas psicológicos". El enaltecimiento y liderazgo del peor corean al unísono una balada a la detracción, la ridiculización y el aislamiento para quien, vacunado contra estos males, haya optado por cumplir, aprender, asistir, comprometerse responsablemente con su educación y su escuela, a costa de ser señalados como híbridos inadaptados. La fuerza de los primeros es tan brutal que acaban haciendo sentir avergonzados a los segundos, por portar la Bandera Nacional durante un Acto Patrio o por haber logrado un primer promedio. Lo que creíamos ayer un honor digno de ser "premiado" hoy es motivo de "castigo" y burla.
¿Cantar el Himno Nacional Argentino?. Es de "lelos", piensan algunos, excepto cuando se entona en medio de un escrache, un piquete o reclamos en ocasiones desacertados al tiempo que quiebran vidrios, rompen veredas, destrozan cajeros automáticos y cuanto teléfono público avisten a su paso. Están entrenados para ofrecer toda resistencia a lo que llamemos normas.
Impiden en un aula, por ejemplo, que el educador -cualquiera sea el nivel al que nos refiramos- consiga exitosamente desempeñar la función para la que allí se encuentra: "enseñar". Lógico, ese verbo requiere de "disciplina" (vocablo en el corriente, reemplazado por "convivencia") pues, errados procesos de razonamiento y deducción, determinan que disciplina se asocia con "tiranía e impedimento de libertad". ¿Autoridad?. ¡No!, leen "autoritarismo". ¿Valores...?. ¿Qué es eso?. El Estado, solapadamente y con discursos contradictorios a la realidad educativa, insiste en desproteger y desprestigiar al educador, al tiempo que analfabetiza desde sus disposiciones a los educandos frente a la mirada ciega de una sociedad que corre con pasos agigantados hacia un callejón sin salida. No existen "alumnos" si la premisa no es aprender. No podemos pretender alumnos, mientras existan padres que insistan en que sus hijos "sean aprobados" y no en que "hayan aprendido". La complicidad a la que se acostumbraron tergiversó sus obligados deberes paternos, y el resultado ha sido acentuar errores, fortalecer desenfrenos de los que indudablemente serán víctimas a corto plazo.
¿Cómo pretender gestos altruistas y decorosos en adolescentes alimentados a base de gestas groseras, yermas de dignidad, carentes de respeto y honradez propinados por el ejemplo de sus propios padres?. "Los padres siempre serán modelos". Es una utopía enseñar en medio de este contexto. En tanto la Escuela como Institución, represente un espacio de esparcimiento, en el que se imparte alimento que no reciben en su hogar, la contención y retención de adicciones y vicios, el entretenimiento y la diversión como único camino para el intento de enseñanza...en nada cambiará nuestro futuro. En tanto, se tolere hasta lo que denigra y "todo valga" excepto establecer límites, disciplinar inconductas, separar claramente los roles del educador y del educando con respeto mutuo y códigos de convivencia no podremos enseñar, aprender.
Tal vez debamos trabajar sobre la idea de crear un espacio para quienes no desean estudiar, impidiendo que accedan al mismo lugar en el que todavía podemos rescatar a un grupo reducido, al que se le arrebató el derecho de aprender.
No se entienda esto como un castigo para los escépticos a estudiar, sino como una ayuda obligada mediante la cual tal vez interpreten que son dueños de perder su tiempo, pero no el de quienes apuestan a la instrucción y al saber en su legítimo derecho de apostarle al porvenir.
Entiendo que leer esto puede llamar a la reflexión de muchos. Quiera Dios que así sea.

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